EL VUELO
Los párpados se me hicieron más pesados y caí languidecido al firmamento
húmedo. Me desprendí de mi cuerpo y salí de entre la arboleada que nos cubría,
al fondo me observé dormir, y al parecer era placentero aquello que mi cuerpo sentía,
mas no yo.
Me desplacé mas arriba y advertí las colinas que se
manchaban el pico de blanco. Vi como algunas aves volaban delicadamente al compás,
sin perder el ritmo aleteaban formando una coreografía digna de Broadway. Me detuve
sobre un poblado de pequeñas chozas que se sumergían entre la selva. Descendí
unos metros para visualizar una acción en especial que llamó mi atención.
Un hombre realizaba a lo que a mi parecer era un ritual de tradición,
en aquel momento desconocida. El individuo portaba en la cabeza un ramal de
hojas alargadas de algún árbol del cual no tenía conocimiento, con las manos
hacía señales forma de reverencias. Descendí un poco más, para visualizar
aquella actualización de la que el sujeto ponía mayor empeño. Me acerqué hasta
tal punto del que pensé podría ser visto, pero el hombre no notó mi presencia
fantasmal y continuó con el atractivo rito.
De su boca comenzó a descender en forma espumante un líquido
viscoso y se lanzó a dar vueltas al suelo al momento que tiraba al aire
alaridos que a mi juicio se mezclaban entre el dolor y el placer. Tuve la
certeza de que el hombre podría morir allí, y no sé porque pensé que me parecía
formidable presenciar morbosamente su escape del mundo carnal.


Cerré los ojos e hice un esfuerzo por reincorporarme a mi hábitat. Tardé algunos minutos en descender a mi cuerpo que yacía tendido en la misma humedad, me induje a mi traje de carne y hueso y cuando volví en sí, el viejo chaman me sonreía. Hice lo propio y nos terminamos el resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario