AÑORANZAS DEL FLUIDO
Bajo las andanzas y los coqueteos con el liquido maldito, me
he encontrado con las mas sublimes obras que se tropiezan en mi cabeza dando
lugar a un sabor agridulce en mi lengua, producto del choque inconsciente de
las palabras que pelean por salir.
Y es que son tan tontas en su más efímera existencia, son
tan sutiles y a la vez hostiles. Me pregunto si esta ensalada de letras no sabe
que se les prohíbe salir todas juntas, que a no ser de monosílabas deben
liberarse poco a poco.
El burdo interés que
me concierne expresar lo que digo, no busca la intención de gustarle a nadie,
no busca ser juzgada, es solo la calidez que mi fría alma siente al desprender
en espacios las locuras que interceden mi realidad, aquellas que habitan en mi
y que de alguna manera deben liberarse o terminaran con la ardua tarea que me
sostiene a la existencia que llamamos vida.
Y de momento parto a un lugar mágico, sostenido por las alas
del maravilloso vino, desandando con mis pensares en un desencadenante común brumoso
que a la vez nos sonríe y nos hace llorar.
Mis pensamientos y yo, somos testigos y a la vez no. Dudamos
por momentos por otros afirmamos, mas nunca negamos ese sabor oscuro, mágico e
intangible lleno de promesas.
Sé, no, mejor cuesta decir sabemos, yo y mis pensares que la
factura que concierne al disfrute sublime de lo impropiamente castigado es costosa.
Aun así las fuerzas por dejarlo son menores que las fuerzas por hacerlo. El deseo
de probarlo es mayor, impetuoso, supera en lo más alto las expectativas, que
aunque solo momentáneas nos llenan de placer.